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Primera página del relato

AVISO- En el archivo de JULIO he puesto un post de CRONOLOGÍA. En él se hace el resumen de personajes y fechas ordenadas, para poder seguir mejor la historia.

Capítulo 51





Capítulo 51.
Madrid. Mayo de 1.988.
Viernes por la mañana, al amanecer.




“…Siempre estará tu recuerdo.
No olvidaremos tu nombre.
Aquí quedamos los tuyos
con los ojos bien abiertos
y la conciencia más fina
para escuchar tu silencio
y reconocer qué nos quieres decir…”.*


Madrid se desperezaba otro día más. Las calles empezaban a llenarse de coches que acudían al corazón de la ciudad, saturando sus arterias principales. El sol de primavera empezaba a coger fuerza,  mientras la ciudad se asemejaba a una máquina bien engrasada que comienza a funcionar con la misma coreografía perfectamente orquestada de todas las mañanas. La luz iba subiendo en intensidad mientras las calles se empezaban a taponar de atascos, de ruido de motores y de gente acudiendo a sus trabajos con los hombros cargados y el gesto cabizbajo, cada uno a lo suyo. Las bocas de metro empezaban a vomitar gente con prisas, que imprimían a la ciudad su ritmo vertiginoso característico.


Alicia abrió lentamente los ojos, aún soñolienta.   En la semioscuridad del dormitorio conyugal, sus sentidos empezaron a activarse de inmediato y sus oídos empezaron a prestar atención a la rutina sonora que tenía la casa todas las mañanas. Ya debían haberse ido los niños al instituto, puesto que no le llegaba ningún sonido proveniente de sus dormitorios. Sus padres hacía tiempo que habían salido a trabajar, incorporándose a la marea humana que poblaba las calles de Madrid a esa hora de la mañana, y cuyo sonido le llegaba amortiguado a través de la media luz de las rendijas de la persiana. En el espacio más cercano  flotaba  un extraño silencio matutino que la desconcertó. Alicia extrañó la falta de ruidos en la casa en ese momento.  Ni siquiera oyó cantar al canario, que solía piar todas las mañanas a todo el que iba apareciendo por allí, en un riguroso turno, hasta que acudía Álvaro a ponerle su comida como hacía siempre.


 Pero esa mañana el canario estuvo extrañamente callado. Todo estaba callado. 

Todo. 

Alicia escuchó alarmada su propia respiración, acompasada por la quietud que parecía rodearla por todos lados. El aire de la habitación se le hizo espeso por una fracción de segundo y un funesto presentimiento le hizo encogerse en la cama al tiempo que se le erizaba el bello del cuerpo. Algo pasaba esa mañana, extraña y atípica.
De repente, se dio cuenta. 

Sola.

Estaba sola. No había nadie más. Álvaro ya no estaba con ella, había partido esa misma noche, mientras dormía junto a él, con la cabeza apoyada en su hombro, ahora tristemente inerte. Alargó el brazo buscándole en vano.  Ya no había nadie, su alma ya no estaba allí. Había volado lejos, muy lejos.

-No…..Álvaro…no puede ser…

Y Alicia sintió como el vértigo comenzó a invadirla, en una extraña sensación de quien se siente caer en el vacío inmenso  y busca algo a donde agarrarse desesperadamente. La cabeza le empezó a dar vueltas, haciéndole perder la noción del tiempo y del lugar. Ahora ella no era ella. Su interior se acababa de romper en mil pedazos, como un cristal que cae y se hace añicos contra  el suelo.

-¡Mi amor! ¡Mi vida! …

Alicia se aferraba a él sollozando, acunándole como si de uno de sus hijos se tratara, mientras le susurraba cosas que él ya no podría oír:

-¿Por qué te has ido sin decirme nada? …¿por qué así?.... si ni siquiera te he podido decir adiós…. pero si estabas bien…si mañana íbamos a llevar a los niños de Mercedes al Retiro, a ver el estanque,  como cuando eran pequeños… e ibas a comprarle una jaula al canario… y… tienes la camisa planchada en la butaca, la que te regaló Rocío en tu cumpleaños….. ¿qué es lo que ha pasado, Álvaro?...¿ dónde estás, amor mío?….

Alicia arrullaba a su marido, ya inerte, mientras le enumeraba todas las cosas que se quedarían sin hacer con su ausencia, como si el recordarlas pudiera hacer que él volviese. Era inútil. Álvaro ya estaba en otra parte, muy lejos de allí. Aún podía sentir su tibieza con ella, apagándose poco a poco entre las  sábanas. Seguramente, Álvaro habría partido al amanecer, mientras todos aún dormían, y sólo el canario empezaba a sacudir sus plumas al sentir filtrarse el primer resplandor del sol por la ventana. Álvaro abandonó el mundo de la misma manera que lo hizo  su madre, hacía diez años ya, en esa misma casa.

Ni tan  siquiera Alicia podía sospechar lo que iba a pasar el día de antes, en el que Álvaro realizó sus actividades normales, como siempre. Tan sólo dio muestras de un pequeño decaimiento a la hora de acostarse.

-Me voy a la cama. Buenas noches.
-¿Tan pronto?
-Me siento un poco cansado. Tengo ganas de dormir.

-Ten cuidado con la butaca- le dijo ella-. Te acabo de poner en ella las camisas, recién planchadas. En un rato me acuesto yo también, en cuanto se acabe el programa de la tele.

Alicia estaba terminando de ver la televisión, con su hija y su yerno.
-Papá, ¿vas a ir mañana al zapatero?- le preguntó Ana.

-No. Quiero comprarle una jaula al canario, ésta ya está muy vieja. Por la tarde me llevaré a los niños de Mercedes al estanque del Retiro, se lo prometí. Si se quieren apuntar los tuyos…

-Lo dudo, papá- sonrió Ana-. Rocío es muy mayor para los niños de Mercedes. Pero le diré que vaya contigo, y te ayudará con ellos. ¿Tú también te irás con ellos, mamá?...
-¡Ah, mira! Pues sí, te acompañaré, no me vendrá mal un paseo. Y a los niños les gustará, ya los conoces.

 Con las lágrimas surcándole las mejillas, Alicia recordó la conversación que tuvieron la noche anterior Álvaro y ella. Como si fuese una extraña premonición, Álvaro le habló a su mujer sobre su propia muerte. Fue después de hacer el amor, cuando Álvaro sintió de nuevo renacer el vigor en todas sus fibras,  y los dos esposos  volvieron a disfrutarse como siempre hacían,  cuando Álvaro respiraba el mismo aire que, piel con piel, respiraba Alicia, mientras ella se dejaba mecer por las oleadas de placer intenso que le llegaban de su marido, con la delicadeza y la sabiduría del hombre que la supo amar  con todas sus fuerzas durante toda su vida. Al terminar, Álvaro abrazó con los ojos cerrados a Alicia, mientras le susurraba al oído, en su espalda.

-…Alicia…
- no pienses….ahora no….
-…tengo que  decirte algo…
-...ssss….
-escucha…
-…ahora no…
-…ahora sí. Antes de que sea más tarde.

Alicia se dio la vuelta y se puso cara a cara con su marido, que continuaba abrazándola mientras le apartaba el pelo de la cara, con dulzura. Las canas hacía tiempo que poblaban las sienes de Álvaro, al igual que la mata de pelo antaño oscura, de Alicia.

-Quiero que seas feliz, Alicia. Toda tu vida.
Alicia lo miró extrañada. No sabía por dónde iba su marido.
-  ya lo soy…

-No, escucha… Alicia…sabes que tengo más años que tú...
-¡Álvaro! ….No empieces otra vez con eso, por favor…
-¡No! Escúchame… cuando yo…quiero decirte una cosa, mi vida.
-Pero es que yo no quiero que me la digas…
-Te la tengo qué decir.
-…no me va a gustar….

-Escúchame…si algún día, cuando yo no esté, ….
-…sssssss….
-….conoces a alguien que te pueda hacer feliz…
-…no,Álvaro…
 -…no lo dudes. Vete con él…

-Ssssss….. ¿cómo puedes decirme eso, Álvaro?

-Yo solo quiero que seas feliz, mi vida. Como yo lo soy cuando estoy a tu lado.
-Sabes de sobra que no seré feliz si tú no estás.
-Eso no lo sabes, Alicia. Nunca se sabe lo que la vida nos puede traer.
Alicia se detuvo para respirar hondo. Su marido estaba hablando en serio.

-Álvaro, escúchame bien. ..
Álvaro y Alicia se miraron al interior del alma, a través de los ojos.  

-Llevamos juntos  cuarenta años. Hemos vivido juntos, he ido a verte a la cárcel, hemos sufrido juntos, hemos reído juntos,  te he velado por las noches cuando estabas enfermo, igual que tú lo has hecho conmigo… He parido a tus cinco hijos,  Álvaro…  cinco hermosos y maravillosos hijos… que te han dado unos nietos también maravillosos. ¿De verdad piensas que te podré olvidar?

Álvaro aguardó un momento ante la recopilación de acontecimientos que le había hecho Alicia en diez segundos.

-No… no te pido que me olvides. Pero sí que mires hacia adelante. Me iría feliz si sé que cuando yo falte tú serás capaz de mirar hacia adelante, y superar mi recuerdo.

-No puedo imaginarme la vida si tú no estás a mi lado.

-Alicia… escúchame bien…
Álvaro no quería que Alicia se sintiera atada a él. No para toda la vida.

-Hace muchos, muchos años, cuando tú aún eras una chica que estudiaba Derecho, y yo un profesor viudo que no levantaba cabeza…
Alicia se emocionó ligeramente. El recuerdo de su juventud con Álvaro le hacía sonreír con ternura. Álvaro prosiguió.

-…hace muchos años, cuando yo pensaba que no sería capaz de volver a ser feliz, la vida me dio una segunda oportunidad. Apareciste tú. Y yo volví a sentir ilusión por las cosas, a tener ganas de levantarme por las mañanas y a volver a reír con mi hijo todos los días. Y quiero que me digas que si a ti también te llegara a pasar eso…

Alicia le interrumpió poniendo suavemente su dedo en sus labios.
-A mí también me dio la vida otra oportunidad. Me la dio contigo. 

Álvaro besó los dedos de su mujer.
-Pues entonces, otra… yo sólo quiero que seas feliz, sin que mi recuerdo te empañe las cosas buenas que te traiga la vida. 

-ssss….. profesor Iniesta…

Álvaro tuvo un estremecimiento al escuchar a su mujer llamarlo así, y  acordarse como se conocieron, y el trato que se daban el uno al otro en los pasillos de la facultad, los entonces alumna y profesor. Hacía cuarenta años que Alicia no le llamaba así.

-No sería capaz de ser feliz si no te tengo a mi lado…
-Alicia… prométemelo…
-Eso es imposible, y lo sabes.
-No. No me iré tranquilo si no lo haces.
-Hablas como si te fueras a morir mañana. Y aún te queda mucho tiempo, mi vida…
-…por favor….

Alicia quiso cortar la conversación y se le ocurrió la manera de hacerlo.
-Está bien. Te lo prometo, pero con una condición
-…cual…

-promételo tú también a mí.

Álvaro  sonrió. Alicia se salía con la suya una vez más, en ese juego de voluntades  imposibles de domar que tanto le gustaba.

-¿lo ves como no puedes?
-Eso no es así, Alicia. Tú te quedarás más tiempo que yo, y lo sabes.

-¿Por qué dices eso? Nunca se sabe lo que puede pasar. ¿Cómo sabes el tiempo que vas a vivir?
En el otoño de sus vidas, Álvaro miraba la muerte cara a cara, como algo cercano a lo que tenía que ir. No le tenía miedo, simplemente, sufría por cómo quedarían los suyos. Ya les habló a sus hijos cara a cara, cuando murió su abuela: la muerte forma parte de la vida, debemos estar preparados para ella. Es un trance doloroso, pero hay que aprender a mirar hacia adelante.

Alicia le abrazó y se arrebujó en su pecho caliente. Cuarenta años después de casados, todavía le gustaba sentir el calor de su marido velando su sueño, mientras él sentía la caricia de su pelo en su garganta.
-Álvaro…
-Dime…

-Prométeme que siempre, me oyes, siempre…
-..sí…
-…que siempre  estarás conmigo, que no te irás de mi lado.
Entre sueños, Alicia no podía ni imaginar el alcance que iban a  tener esas palabras en el subconsciente de Álvaro.



Abrazándola, Álvaro no pudo evitar pensar  que si de él dependiera,  deseaba con todas sus fuerzas irse ser él el primero que se fuese. No hubiera soportado llorarle a Alicia. Aunque el recuerdo de su primera mujer  era ya muy lejano, no hubiera soportado tener que acudir por segunda vez al cementerio a poner flores en otra tumba. Simplemente no hubiera podido con tanto dolor. Pensaba que si eso ocurría, él no tardaría en irse tras ella. Lo mismo que estaba pensando Alicia en esos momentos, cuando le dijo a su marido, antes de caer rendida entre sus brazos:

-El día que faltes, será el primero en que yo empezaré también a irme.

****************************************

“..Yo sé que continúas tu camino
te arropo en tu viaje por las nubes;
te doy mis besos, te envío mis caricias
en este viento tibio de la tarde”..*



Alicia levantó la vista y miró la butaca, con sus cosas, preparadas para el día siguiente: su camisa, su pantalón, la bufanda de cuadros, las camisas planchadas por ella que no había llegado a colgar…  ropa que se quedaría esperando a su dueño para siempre…

-¿y qué voy a hacer yo ahora?

Todavía un año después, Alicia recordaría el vacío que sintió, de repente, así como una extraña sensación, como si le hubieran amputado un miembro de su cuerpo y le resultase sumamente doloroso notar su ausencia  y sentir el hueco que le había quedado en su ser. Sintió un escalofrío que la recorrió de arriba abajo mientras las sábanas de la cama se le hicieron extrañamente frías.

-no te vayas, amor mío, todavía no… nos quedan tantas cosas por hacer… te tengo tanto que decir… ni siquiera nos hemos despedido…. Tu hijo pequeño está en Japón, bailando…  con la ilusión que le hacía llegar hasta donde ha llegado y no lo has podido ver… mi niño… no sé cómo se lo vamos a decir… Miguel….si sólo tiene diecinueve años…

Alicia lloraba al acordarse de su hijo pequeño, que quedaría  recién estrenado en la orfandad con apenas  veinte años, más o menos, la edad que tenía ella cuando perdió al suyo y quedó sola en Madrid, a cargo de sus tíos.


Alicia lloró en silencio no se sabe por cuánto tiempo, incrédula, ante lo que ya era inevitable. Luego se arrepintió de aquello. Pensó de repente que su marido aún estaba con ella, contemplándola, aunque ella no pudiera verle. Y sintió la necesidad de decirle adiós y que partiera tranquilo.  Debía de dejar a Álvaro seguir su camino, sin ataduras.

-Amor mío… vuela… descansa ya mi, vida… has vivido mucho…has sufrido mucho, y has reído mucho… Te he querido más que a mí, y te seguiré queriendo siempre…porque pronto estaré contigo, Álvaro, te lo prometo…


Mati entró en la habitación, extrañada. Hacía tiempo que los niños habían ido al instituto, y su prima ya debería estar despierta hace rato, al igual que Álvaro. Algo pasaba. Ninguno de los dos había salido como era su costumbre, a desayunar por la mañana, bien temprano, con los primeros periódicos del día.

-¡Alicia! ¿estáis bien? ¿qué pasa?
Alicia le contestó con un hilo de voz, y la mirada en blanco. Mientras se abrazaba a su cuerpo inerte de Álvaro.
-Mati, avisa a mis hijos…. y diles que su padre ha muerto esta noche mientras dormía…


Fin del Capítulo.
Continuará…


Citas:   Fragmentos de “La muere cuando esperas vida”, de Rosa Zaragoza


10 comentarios:

Maria dijo...

Como cada fin de semana, os dejo nuevo capítulo, esta vez el 51.

EStuve mucho tiempo pensando si incluiría un capítulo así en la historia, no me gusta sobrecargar las tintas, pero al final decidí hacerlo. Álvaro es uno de los protagonistas, y si cuento su vida, es justo despedir al personaje, no voy a despachar el tema con un párrafo aislado en un capítulo suelto.

Espero que, a pesar de lo trágico, os guste.

Saludos.

Maria dijo...

GRupo de Alvaristas:

No recuerdo si lo he dicho en algún capítulo, el cuarto hijo de los Iniesta, Jesús, hizo Derecho como su hermano, y luego sacó oposiciones a Inspección de Hacienda. Lo diré en capítulos posteriores, si no lo he dicho antes.

GRacias por vuestras sugerencias sobre "las memorias de Alicia", pero después de casi sesenta capítulos de relato contando la vida de los Iniesta, creo que queda poco por contar.

Un abrazo.

purivilla dijo...

!Ay María¡ ¿Cómo has podido matar a este maravilloso hombre?
No sé si podré perdonártelo jamás.

clavemas dijo...

María, Me he quedado con un amargo sabor de boca....No se como has podido matarlo.....Me caían las lágrimas mientras leía. Me embarga una gran tristeza.

Muy bueno tu capítulo, he llorado a mares.......Espero lo compenses con un capítulo al menos de alegría y mucho amor.

Gracias María, por tu tiempo e inventiva.

Anónimo dijo...

HERMANA ¡LO PROMETIDO ES DEUDA!EMPECÉ EL CAPITULO SINTIENDO FRIO,MUCHO FRIO...EL FRIO QUE DA EL SILENCIO SORDO DE LA MUERTE...PERO A MEDIDA QUE HAS IDO DESGRANANDO LA VIDA PLENA DEL MATRIMONIO INIESTA HE SENTIDO ALEGRÍA POR TODO LO QUE HAN VIVIDO Y AL FINAL HE SENTIDO PAZ...
"UN BUEN FINAL PARA UN HOMBRE BUENO"

Sacha dijo...

Con mucha tristeza y sensación de vacío he leído este capitulo, para terminar después comprendiendo que solo se van aquellos que se les olvida...

INIESTA, será uno de esos personajes como personas que jamás se olvidan, porque siempre estarán en nuestros pensamientos..

Ha sido el mejor personaje de AETR. Ojalá y lo vuelva a traer..

Gracias MARÍA, por este trabajo tan estupendo que haces..

rodas dijo...

Trágico es poco María, !que desastre! Alicia podría haberse consolado viendo con que placidez y felicidad ALvaro se fue pero no, su partida es el principio de su propia final y no me parece bien, sus hijos y nietos aun la necesitan y Alvaro no quería eso para ella. Alicia sigue siendo tan suya como siempre y gracias a ello volvemos a leer un capítulo de gran emotividad con los ojos bastante húmedos.

Un Grupo de Alvaristas dijo...

María,

A este Grupo de Alvaristas nos ha entristecido la muerte del Profesor Alvaro Iniesta, nuestro personaje favorito de AETR, junto con Alicia.

Hubiésemos preferido otro final para ambos, aunque a pesar de ello y siendo personajes de ficción siempre estarán en nuestro recuerdo.

Te agradecemos el trabajo de toda la historia, que has llevado a cabo de forma brillante, unas veces hemos sufrido, otras hemos vivido momentos tiernos y entrañables, otras nos has sorprendido con capítulos perfectamente documentados y ambientados en el tiempo.

Por todo esto, recibe nuestro agradecimiento, junto con nuestras felicitaciones.

Un fuerte abrazo

Un Grupo de Alvaristas

Maria dijo...

GRacias a todas por vuestros comentarios. Ya sé que era un capítulo triste, pero Álvaro ha muerto sin sufrir y teniendo hasta el último día el amor de los suyos.

No sí si pensais que éste era el final, porque no lo es. Aún queda historia por contar.

Azalea dijo...

Triste pero emotivo este capi,María. A mí me parece un buen final para Álvaro,morir mientras duerme,sin sufrir,practicamente en brazos de su mujer y tras una vida plena. Me ha gustado mucho,gracias otra vez por tu tiempo.