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Primera página del relato

AVISO- En el archivo de JULIO he puesto un post de CRONOLOGÍA. En él se hace el resumen de personajes y fechas ordenadas, para poder seguir mejor la historia.

ÍNDICE de Capítulos

Os copio un ÍNDICE DE CAPÍTULOS, para localizar más rápidamente los mismos. . Disculpad la "escritura taquigráfica", pero es el guión que yo tenía, simplemente copio y pego. Como veis, lleva un código de color, los capítulos del pasado y los del tiempo en el que se cuenta la historia, 1.989.


1- Alicia en la cama. MAYO- 89
2- Alicia en la universidad. OCT-49
3-Rocio, la nieta. MAYO- 89
4-Alicia con Rocío viendo fotos. Hermana y enfermera. Claudia y Remedios.
5- Crisis    - Álvaro se va de casa    FEB-51
6- Alicia en el Hospital-Álvaro  en la cárcel      FEB-51
7-Álvaro en el patio de la cárcel, con Diego y Francisco.       FEB-51
8- Visita del abogado de Álvaro a la cárcel      FEB- 51
9- Ultima noche de Álvaro con Diego, antes de su fusilamiento  MAR- 51
10-Álvaro incomunicado y enfermo. MAR-51.
11- El sueño de Álvaro en la cárcel. MAR- 51
12- Álvaro sale de la cárcel-   MAR- 51
13- Álvaro en la puerta de la cárcel. Reencuentro con Alicia.   MAR- 51
14-  Los Iniesta llegan a su casa. Reconciliación de la pareja.    MAR-51
15- En el ASTURIANO les roban la basura.  ABRIL-51
16- Álvaro va al médico y se encuentra con su compañero Francisco. Lo llevan a su casa. ABRIL-51
17-Rocio de noche, en casa. Aparece Mati. MAYO- 89
18-  Examen de Alicia- enfrentamiento con  EL MAÑO.     JUNIO- 51
19- Álvaro en el COLEGIO DE ABOGADOS.   JULIO- 51
20-ROCIO- PEDRO.      MAYO- 89
21- Ali y Alv se noche, en el sofá de casa. Se llevan a Álvaro a la cárcel por 2ª vez. NOV- 51
22-  Eduardo y  Álvaro en Ocaña, firmando el acuerdo. Liberación. Marzo- 52.
23- Alicia le cuenta a su nieta el nacimiento de ANA, con Álvaro en la cárcel. Marzo- 52
24- AA llevan flores a la tapia del cementerio, con Ana- no quieren odio en el futuro para su hija. JUNIO-52.
25- Llegada a Salamanca. JULIO 52
26- Estancia en Salamanca-vuelta a Madrid.           Años 52- OCTUBRE del 54
27- Pedro recordando con ANA-     MAYO- 1989
28- Concierto  ARGENTA-1954
29- MATI en la cárcel. 1.955.
Ali le conmuta la pena de muerte por cadena perpetua.
30- Entierro de ORTEGA y GASSET- OCTUBRE- 55
31- Discurso en la radio de franco- DIC-55
32- 1-FEB-56.
Leen el MANIFIESTO en clase de Álvaro. JAIME y FEDE le visitan en su casa pidiendo consejo.
33-    8-FEB-56.
Asalto al colegio ESTUDIO. Disturbios en calle Alberto Aguilera. Pedro se pierde. Alicia se desmaya en las calles de Madrid, con la niña, intentando llegar a casa.

34- Álvaro llega a casa. 8-FEB-56.
Alicia discute por los escritos de su padre. Él los esconde en el osito de peluche.

35- Noche de los cuchillos largos. Huída a Ávila. 9- FEB-56.
36- Rocío con el oso. MAYO 89.
Rocío en casa, hablan sobre los estudios y las mujeres en la época. Luego, sale  destripando a su osito, con Ali dormida. Reme y su pasado.
37- Alicia se encuentra a Reme, que viene de servir… visitan a Juana y le proponen costear los estudios de sus hijos. Fermín no quiere, por orgullo, pero al final estudia Derecho con Pedrito. Reme estudia enfermería.- DIC- 57.
38- Muerte de  TIA REGINA- 1.959
39- Alicia  se hace abogada. Camilo le pone la placa en casa. 1.960
40- Mati sale de la cárcel – 1.962
41- Alicia y MAti visitan al padre ANGEL. 1.964
42- Alicia –Rocío-Ana----Rocío  quiere ser modelo. MAYO- 1.989
43- Alicia vuelve de Varsovia. Veraneo en VALENCIA. -1.967.
44- Congreso de mujeres juristas- CAMILO-1.969
45- Rocío se desengaña de ser modelo. 1.989
46- Alicia le cuenta a Rocío su papel en el cambio de leyes- derecho de la mujer y la familia- 1.989
47- Boda de Ana y nacimiento de Rocío. 70-71.
48- Rocío se pelea con su hermano. Alicia descubre el  Cuadro.  Viene Enrique a buscar a Rocío. 1.989.
49- Mati y Alicia en el depósito de cadáveres identificando a su primo. Muerte de DOÑA MARCELA. 1.979.
50- Nace MIGUEL-  1968. Nace Miguel, y cuento su historia. Es Bailarín. Programa la danza.
Miguel insiste a su madre que se pondrá buena y que irá a verle bailar a Granada. Ella le sonríe, sabe que no será así, pero le promete que le estará viendo siempre.
51- Muerte de Álvaro- 1.988
52- Alicia y Rocío recuerdan a Álvaro. Anécdota de la gitana en la estación.
Conversación con Rocío sobre la justicia, y la importancia de los gestos pequeños.
Alicia le  dice a Ana que su padre está allí con ella. El canario le pía al sillón. 1.989.
53- Ana-Pedro-Miguel, hablando de su padre y la muerte- – Rocío viene asustada de la calle. LA ha seguido un vagabundo. 1.989
54- Carlos irrumpe en casa de Alicia. 1.989.
 55- Alicia le da los papeles a Rocío. Hablan sobre la droga. Le da el capítulo del libro y su medalla. Le dice a Rocío que su abuelo  está allí con ella, ante el canario. 1.989.
56- Muerte de Alicia. 1.989.
EPILOGO







Capítulo 56. Último.

Resumen de lo publicado- Rocío recibe de su abuela Alicia los folios que escondió Álvaro cuando tuvieron que huir en el 56. Son los que faltaban al libro que encontró en el despacho. Junto con ellos, Alicia le da a su nieta su guardapelo, con los retratos de sus seres queridos, y su último encargo: que cuide del canario por ella, el que antes cuidaba Álvaro. Rocío ha recibido de su abuela el legado de la historia familiar. Ahora es el tiempo de la nieta, es su generación la que va a levantar el mundo el día de mañana.


Capítulo 56. Último capítulo.
Madrid, Mayo de 1.989. Hospital Central.
Un año después de la muerte de Álvaro.

"Dime por favor dónde estás,
en que rincón puedo no verte,
dónde puedo dormir sin recordarte
y dónde recordar sin que me duela..."

J.L.Borges.








-Bisturí…
-Succión.
-ahora, ya está….
-Bien. Esto está terminado. Vamos a empezar a cerrar.

Con su pijama y mascarilla  puestos, Ana terminaba su tarea en el quirófano, junto a otros cuatro compañeros cirujanos, y las correspondientes enfermeras. La satisfacción general se adueñaba de todos, en esa sensación de alivio que podían experimentar cuando habían terminado con éxito una operación complicada. Su parte ya estaba hecha. Lo demás lo haría el paciente y sus ganas de recuperarse.  Metidos desde hacía varias horas en el aislamiento estéril del quirófano, no les llegaba el sonido de la lluvia que estaba golpeando en ese momento las aceras de las calles de Madrid. De nuevo la primavera se hacía de rogar, y esa tarde se alternaban los ratos de tormenta gris con débiles claros de sol, que asomaba tímido antes de que las nubes lo volvieran a esconder.


-¿Cómo han salido los otros?- preguntó Ana, refiriéndose al resto de operaciones. Ese día habían tenido múltiples donaciones y los quirófanos de trasplante estaban a tope.

-Están terminando, pero parece que va todo bien. Lo de hoy ha sido una suerte. 

A pesar de que los cirujanos trataban de no implicarse emocionalmente en las historias personales de sus pacientes, cuando las cosas salían bien tras un trasplante, una especie de euforia general flotaba en el ambiente y embargaba a todo el equipo. La sección de trasplantes era distinta de las otras, especialmente cuando los pacientes eran gente joven a quienes una operación les devolvía la calidad de vida y las ganas de vivir.

Ana asintió, mientras iba cosiendo. Pronto terminaría y volvería a casa, con su madre. Esa mañana, Alicia había amanecido bien, animada y con fuerzas. De hecho, hasta se levantó para desayunar y luego estuvo en el sofá del salón, leyendo revistas y hablando con Mati hasta que llegaron los niños del instituto a la hora de comer. Ése día era viernes, y por la tarde no tenían clase, así que después de comer, Javier se fue a entrenar al baloncesto y Rocío  se fue a su cuarto,  a estudiar un poco. Alicia se echó a dormir una siesta, mientras Mati bajaba a comprar a la plaza vecina, ayudada por su sobrino, Miguel. Pronto llegaría Remedios, la enfermera y amiga, a ayudarles esa tarde. Remedios era la enfermera que se quedaba al cuidado de Alicia, mientras Ana estaba en el hospital trabajando. Remedios, la hija de Diego, aquella niña que pudo estudiar enfermería gracias a sus padres. Gracias a ella, Ana abandonó la casa tranquila. Su madre estaría bien atendida.

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De súbito, la puerta del quirófano se abrió y asomó una enfermera sujetándose con la mano una mascarilla en la boca, para no contaminar la esterilidad del lugar.

-Ana… acaba de llamar Remedios.

Ana se detuvo y se giró, un poco alarmada. Si se los había dejado a todos bien, no podía pasar nada malo.
-… dice que vayas. Que si habéis terminado ya, y puedes ir, que…

Ana se quedó petrificada, mientras su compañero reaccionó cogiéndole el bisturí de las manos.

-Vamos. No te preocupes, ya cerramos nosotros. Aquí ya está todo hecho. Ve a tu casa con tu madre. Enhorabuena por la operación, ha sido un éxito.

Ana salió del quirófano en dos zancadas, mientras se quitaba la mascarilla, bata y gorro de un tirón, dejándolos tirados en el suelo.
-¿qué más ha dicho?...
-Nada, solo que vayas a casa.

-¡¡MIERDA!! Si estaba bien cuando he venido… no puede ser…. Ahora no….

Ana hablaba entre dientes al coger su abrigo y su bolso  de la taquilla y salía corriendo, mientras la enfermera le decía:
-He avisado a Mario, te está esperando en la puerta con la ambulancia…

Ana atravesaba los pasillos del hospital como una exhalación, mientras por su cabeza pasaban fugazmente destellos de lo que había pasado antes. Tras haber comido con buen apetito, Alicia se adormiló en el sofá, mientras Ana y Mati recogían. Su madre estaba bien, ni siquiera se había puesto el oxígeno ese día. Incluso los labios tenían buen color y la enferma parecía responder con energías. Y así se la dejó, cuando le sonó el “busca”, para avisarle desde el  Hospital que llegaba una donación múltiple y necesitaban a todos los cirujanos especialistas. Ana se fue tranquila, dejando a Alicia al cuidado de Remedios, la enfermera y amiga. Ella sabría actuar si surgía alguna complicación que se veía lejana. Cuando Ana abandonó la casa, Alicia estaba bien, serena, orientada y contenta, descansando en el salón. Ni siquiera se puso el oxígeno. A Ana también se le vino a la cabeza la última conversación seria que tuvo con su madre, la noche antes. “Cuidad de Mati, ahora sí que se queda sola..”, le había dicho Alicia . “Y Miguel, mi niño pequeño… con lo chico que es aún…”. “Mamá, por favor”, le había dicho ella, “te recuperarás de esto y este verano nos iremos todos a ver bailar a Miguel en Granada”. “Ana, prométemelo, por favor, no me contestes como si no ocurriera nada”, le había contestado ella. Ana no tuvo más remedio que aceptar lo evidente, y visiblemente emocionada, le aseguró a su madre que haría todo lo que ella dijera. Ni a Mati ni a Miguel les faltaría de nada. Nadie en la familia quedaría desatendido.


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-¡Ana! ¡En la puerta!...- le gritó una compañera cuando la vio aparecer en la planta baja, tras haber bajado los cuatro pisos por la escalera de servicio, bajando los escalones de dos en dos.
Ana salió a la puerta del hospital, medio desorientada, con gran nerviosismo. Por un momento fugaz alzó la mano como queriendo llamar a un taxi, pero no hubo necesidad. La ambulancia del SAMUR le pitó con el claxon.



-¡Sube! Nos han avisado de arriba y ya te estábamos esperando. No hay ningún aviso y las otras ambulancias están disponibles. Además, esto es otra urgencia, ¿no?

Ana agradeció mentalmente a su compañera de planta que había hecho la gestión de avisar a ambulancias. Subió y se sentó junto a sus compañeros, sin apenas pronunciar palabra, mientras el conductor encendía la sirena y salían de allí pitando a toda mecha. El tráfico estaba revuelto esa tarde de Viernes, con la gente regresando a sus hogares, y la tormenta de primavera recién caída. La claridad hizo que el conductor tuviera que entornar los ojos al quedar deslumbrado: el sol acababa de salir brevemente, entre nube y nube, dando a las calles mojadas y grises un aspecto irreal.


Como luego se enteraría Ana, Alicia se sintió mal de repente, y pidió a Remedios que la ayudase a irse a la cama. Remedios lo hizo, y acto seguido procedió a medirle constantes, pulso y tensión. Un poco alarmada, su preocupación se acentuó cuando fue la propia Alicia la que le dijo:

-… por favor, Remedios… avisa a mis hijos, diles que vengan…


 

Para luego cerrar los ojos y quedarse tendida, quieta, muy quieta, respirando con mucha dificultad,  mientras Remedios se apresuraba a llamar primero a Ana, al hospital, y acto seguido al resto de los hijos.




El primero de todos en llegar fue Pedro, que vivía a cuatro manzanas de allí, y las había recorrido en cuatro zancadas en cuanto recibió el aviso de la enfermera. A Pedro le habían llamado del Rectorado hacía un par de semanas antes, para preparar un homenaje por el aniversario de la muerte de su padre. Pero Pedro en esos momentos no tenía la cabeza para funerales. “Mi madre está delicada en estos momentos”… les había dicho, “No queremos alejarnos de casa, haced lo que consideréis oportuno”… Al día siguiente, Sábado, tenían previsto el funeral por el aniversario de su padre y aún no habían decidido quienes irían y quienes se quedarían en casa, con Alicia.


Rocío fue la primera en entrar a despedirse de su abuela, antes de que llegaran el resto de los hijos. La niña se encontraba en el salón viendo la tele, tras haber hecho un alto en los estudios. Era Viernes por la tarde y quería terminar sus deberes escolares ese día, para poder estar libre el resto del fin de semana. La niña presenció la alarma de Remedios cuando empezó a avisar por teléfono a sus tíos. Soltando los libros, entró en el cuarto de su abuela y se la encontró postrada en la cama.

-Abuela…

La niña se quedó impresionada al ver  el decaimiento súbito de su abuela en tan corto lapso de tiempo. Alicia, que esa misma mañana había estado levantada y activa, ahora estaba tumbada en la cama, con los labios morados y los ojos cerrados. La misma respiración le costaba un esfuerzo. La visión de su abuela en ese estado la sobrecogió. 

-… abuela…
-…mi niña….ven conmigo…

La niña se sentó a su lado, y Alicia la cogió de la cara, dulcemente.

“Abuela”…le quiso decir Rocío,  “no te vayas…”,  pero de algún modo entendía que las cosas iban a suceder irremediablemente y su abuela estaba sufriendo. No intentaría retenerla. Su abuela debía marchar  en  paz.

-No me llores- Alicia le enjugaba las lágrimas en su rostro-.………. Rocío, no le tengo miedo a la muerte. Me voy feliz, porque he vivido feliz…… he tenido unos hijos maravillosos que me han dado unos nietos que son el orgullo de sus padres………. no estés triste…. –Alicia mascaba lentamente sus últimas palabras con su nieta-…….Rocío, serás una gran mujer, ya lo verás. Y yo estaré siempre contigo, aunque tú no me veas.  Disfruta de tu vida y sé feliz como yo lo fui.

Rocío cogía la mano de su abuela, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y era incapaz de pronunciar palabra.


Poco a poco fueron llegando el resto de los hermanos, Mercedes, Claudia, Jesús…pronto llegaron la prima Mati y Miguel, el hijo pequeño, con las bolsas de la compra, que se quedaron tiradas en el pasillo al ver lo que estaba pasando.  Miguel dejó caer las bolsas en el suelo y corrió a ponerse junto a su madre.

-Mamá…

-…Miguel, mi pequeño…mi niño… con la ilusión que tenías porque yo te viera actuar…

-Mamá… no pasa nada… olvídate de eso… dame la mano…

Javier, el nieto, el hijo menor de Ana y hermano de Rocío, llegó del instituto. Impresionado, se quedó fuera, en el salón, acompañado por Remedios. Javier aún era muy pequeño para algunas cosas y Remedios se hizo cargo del niño en tan difícil trance familiar.


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La ambulancia iba pitando por las calles atestadas de vehículos, mientras Ana se mordía el labio y clavaba los dedos en la guantera del vehículo.



-Vamos… vamos…-musitaba mientras los coches abrían paso en medio del atasco.

-¡¡Vamos por aquí!!- bramó el conductor.

-“…. Central a ambulancia…. carretera de ... bloqueada por accidente… cojan el desvío a…”

La ambulancia obedecía las instrucciones recibidas por radio, mientras Ana estaba cada vez más nerviosa.


Por fin, la ambulancia entró en la plaza. Los clientes de la cercana terraza de verano la miraron curiosos, como todo el que cree que va a presenciar un acontecimiento. De nuevo, las nubes grises volvieron a tapar el sol, y la plaza se tiñó con un velo gris.

-¡Ya hemos llegado!- gritó el copiloto a su compañera.





Ana ni lo oyó. De un salto, abrió a puerta de la ambulancia y saltó a la calle, entrando  como una exhalación en el portal que Manuel, el portero, prudentemente mantuvo abierto, al presenciar el trajín de familiares que estaban subiendo a la casa. El buen hombre quiso ayudar en lo que podía, y mantuvo el ascensor retenido en el portal hasta que vio subir a todos los hermanos. En cuanto vio entrar a Ana, se apresuró a abrirle la puerta.

-Doña Ana…

Ana lo miró con los ojos idos, dándole mentalmente infinitas gracias por lo que estaba haciendo, y pulsó el botón del cuarto piso. Iba sin uno de sus zuecos. Lo había perdido seguramente en el trajín del trayecto, aunque ella no parecía haberse dado cuenta. 

-Vamos, vamos… -Ana golpeaba con los dedos las paredes del ascensor. Los cuatro pisos de subida mecánica se le hicieron interminables.

Ana entró en su casa gracias a su cuñada, la mujer de Pedro, que había oído la sirena de la ambulancia llegar, y se apresuró a abrir la puerta para facilitar las cosas. Ana era la última de los hijos que faltaba por llegar.

Tras mirar a su cuñada con los ojos desorientados, Ana atravesó el pasillo y pasó por encima de las naranjas que se habían caído de la bolsa de la compra que había traído Miguel. Al entrar en el salón se tropezó con la estampa de Remedios, abrazando a Javier, su hijo pequeño, que se había mantenido fuera del dormitorio. Ana se detuvo un segundo. Al ver a los dos llorando  sintió como si la última leve sombra de esperanza por la mejoría de su madre se desvaneciera de golpe. Lo inevitable estaba a punto de suceder.


 A su lado, el canario estaba embolado en el suelo de la jaula, como presintiendo lo que iba a  pasar. Nadie se acordó ese día de ponerle su trozo de bizcocho.





Ana reaccionó y corrió a entrar al dormitorio de su madre. “…se va…” oyó decir a su hermana Mercedes, cuando entró en la habitación. Todos los hermanos junto con la prima Mati, estaban alrededor de la cama. Su hija Rocío se había dejado caer en uno de los laterales, a los pies, y lloraba con la cabeza metida entre los brazos.  A Rocío la quisieron sacar de la habitación, pero ella no quiso irse, y se mantuvo al lado de su abuela todo el tiempo, acariciándole los pies, mientras los hijos se iban despidiendo. Rocío le había acercado la bufanda de cuadros de Álvaro, a petición de la propia Alicia, que la mantenía ahora en el regazo, entre sus manos.


  Ana ocupó el lugar que le cedió su hermana Claudia, en la cabecera de la cama, junto a su madre, que estaba con los ojos cerrados, y el cuerpo apoyado en las almohadas, semiincorporada. Aún respiraba. Le puso la bufanda cerca de la cara.

Ana la cogió de la mano, muy despacio.
-Mamá…. ya estoy aquí, mamá….soy Ana…

Alicia reaccionó a su voz y le apretó la mano. Con esfuerzo, volvió la cara hacia ella y le entreabrió los ojos, con dulzura. Intentó respirar hondo. Ana era consciente del esfuerzo que le suponía a su madre eso. Hasta se extrañó de que su madre aun estuviera consciente, visto el esfuerzo que le estaba suponiendo la misma respiración.

-Mamá, tranquila, cierra los ojos, descansa…. ya estamos aquí todos, mamá…

Por un momento, a Alicia se le vino a la cabeza la imagen de su hija, de pequeña, estrenando los zapatitos de bebé corriendo tras los patos en la ribera del Tormes, en Salamanca, de la mano de su hermano Pedro. Toda la película de su vida le pasó por la mente en aquel momento: la huida a Francia en plena guerra, la muerte de su padre, su boda con Álvaro, el nacimiento de sus hijos...


                   


  

Ana ahogaba los sollozos mientras hablaba y le acariciaba la frente a su madre y le acercaba la bufanda a su rostro. Quería evitarle más sufrimiento en sus últimos momentos. Alicia reaccionaba al sentir el olor y la suavidad de la bufanda junto a ella, lo que le hizo esbozar una leve sonrisa, a pesar de su estado. 

-ya estamos todos….. descansa, mamá…… cierra los ojos…

Fuera, en la calle, las nubes hicieron un claro para dejar asomar unos tímidos rayos de sol, que penetraron con fuerza por todas las ventanas de la casa, iluminando el repecho justo delante del dormitorio, y bañando  la estancia de una luz clara  y súbita. Un extraño resplandor se adueñó del ambiente al salir el sol.



En un esfuerzo último supremo, Alicia cogió aire. Entonces volvió la cara hacia la puerta, y en su rostro se dibujó una sonrisa cuando vio aparecer en ella a Álvaro, que le sonreía tendiéndole la mano.

“Ven”- dijo él.

-¡Abuelo!


 

                               


Rocío había dejado de llorar y estaba mirando a la puerta con los ojos muy abiertos.

Ana volvió la cara hacia la puerta, con gesto petrificado. Allí no había nadie, o por lo menos,  ella no vio a nadie. El resto de los hermanos no se atrevía  a mover ni una pestaña.

Rocío cerró los ojos cuando su abuela se acercó a besarle la frente, antes de cruzar el umbral de la mano de Álvaro.


Las nubes volvieron a tapar el sol. Rocío se había quedado mirando a la puerta, que volvía a quedarse ensombrecida al irse de nuevo la luz de la estancia. La niña estaba serena, mirando al vacío. Ahora sonreía tranquila, con lágrimas en los ojos, pero tranquila, conteniendo una sonrisa emocionada.


-Ya está. Se han ido... ya se han ido….- dijo.


El aire se cortaba. Ninguno de los allí presentes se atrevió a romper el silencio pétreo que se había impuesto, no se sabe por cuánto tiempo, manteniendo estática la escena, hasta que al oir  piar el canario en la habitación de al lado, rompieron todos en sollozos.

   
En la cama, Alicia reposaba su rostro sobre la bufanda de Álvaro, con los ojos cerrados y una sonrisa de paz dibujada en ella.

En el comedor, el canario picoteaba CONTENTO un trozo de bizcocho que alguien le había dejado dentro de la jaula.





*********************FIN*************************




Epílogo:


-          Alicia fue enterrada junto a Álvaro, con su bufanda entre sus manos, muy cerca del lugar  donde reposaba su padre,  Joaquín Peña.


-          A la semana siguiente se encontró el cadáver de Carlos Roldan, en un descampado donde solían acudir drogadictos a pincharse. La autopsia reveló que había muerto por sobredosis de heroína. Carlos fue enterrado junto a su madre, Regina.


-          El canario, que dejó de piar el día de la partida de Alicia, empezó a languidecer poco a poco, pese a los desvelos de Rocío, hasta que murió al mes siguiente. La niña lo enterró en una maceta y lo llevó  a la tumba de sus abuelos. Rocío siempre pensó que allá dónde estuvieran, lo estarían oyendo cantar por siempre.


-          A los pocos meses la policía halló el cuadro de “SUSANA Y LOS VIEJOS” en una redada antidroga, en una de las casas registradas. Gracias a la denuncia puesta, y las gestiones legales de Pedro y Mercedes, el cuadro volvió a la familia Iniesta. Ana no quiso colgarlo en ningún sitio. Lo dejó metido en su funda y lo volvió a meter en el altillo del armario. Allí sigue.


-          En Julio de ese mismo año, en los Festivales de Música y Danza de Granada, Miguel levantó la mirada hacia la luna llena pensando en su madre, y saludó al público del anfiteatro del Generalife portando un brazalete negro en su brazo, debajo de sus mallas de bailarín. Al terminar su actuación, se encontró en el camerino una docena de rosas blancas con una tarjeta con el siguiente mensaje: “De parte de mamá. Ana”. Todos sus hermanos habían acudido a verle debutar.


-          Rocío le dio a su tío Pedro el capítulo del libro que faltaba. Tras la correspondiente revisión por parte suya, el libro, al fin, vio la luz, convirtiéndose en uno de los textos de referencia de la carrera de Derecho. Aquel libro manuscrito de hojas amarillentas, con anotaciones en los márgenes, que fue comenzado por el bisabuelo Joaquín Peña durante su exilio en Francia, y continuado por Alicia y Álvaro en la garita del Colegio Mayor de Salamanca, durante el destierro académico de Álvaro en el año 55.


-          Rocío terminó 3º de BUP ese año con excelentes notas. Al año siguiente, tras sus exámenes de Selectividad, se fue durante los meses de verano de voluntaria con la CRUZ ROJA. A su vuelta, se matriculó en Derecho, en la Universidad Complutense de Madrid. La nieta de Alicia pudo estudiar Derecho con los libros escritos por su abuelo Álvaro y su bisabuelo Joaquín.  


-          Pedro sacó la cátedra de Derecho Constitucional. En 1.992, asistió a la inauguración del aula que llevaba el nombre de su padre: el  Aula Magna “Profesor Iniesta”. Su sobrina Rocío también asistió emocionada a la ceremonia del  descubrimiento de la placa.


-          Rocío lleva colgada del cuello la medalla de sus abuelos, la que le dio Alicia con la foto de ellos y sus padres.  En las tumbas de Alicia y Álvaro, nunca faltan rosas blancas todos los años.


-          La nieta mayor de Alicia sacó las carreras de Derecho y Trabajo Social. En la actualidad compagina las facetas de abogada, junto con las clases en la universidad, y su colaboración para una asociación de memoria histórica. Rocío guardó la medalla de sus abuelos como oro en paño.



-          Rocío, pasados unos años, se casó con su compañero de estudios, Enrique, el chico que venía a buscarla a casa,  que también se hizo abogado. Con el tiempo, tuvieron su propia familia. A su primera hija le puso los abridores de oro, los pendientes de bebé que estaban en la familia desde hacía cinco generaciones, los que su bisabuela Marcela libró de la casa de empeños en los difíciles días del año 51, cuando Álvaro estaba en la cárcel.


-          Algún día le contará a sus hijos la historia de sus abuelos, Alicia y Álvaro, que se amaron en tiempos revueltos.




                                                                     

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 “Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida.
Sin embargo en cada vuelo,
en cada sueño,en cada vida,
perdurará siempre la huella del camino enseñado.” *


 


Agradecimientos:

A Sacha y Pipi, por su ayuda profesional en los aspectos legales del relato. Las licencias legales han sido cosa mía. A Sumalaya, por su ayuda con la documentación y su dominio internetero. A  Puri, Clavemas, Isabel, Azalea, Ainhoa, Rodas,  por sus ánimos constantes y su ayuda con mis dudas. A Marinés, Isabel Merino, Alvalicia, Elisa, Elena, por estar ahí cuando todo esto empezó. Sois tantas que no quiero dejarme a nadie. A myolanda, Apm, y al Grupo de Alvaristas, por esos ánimos anónimos que me han ayudado tanto.   A Rodas, The Slayer,  Amaran, Marysol, Sonsi, Jermer, por todas sus palabras. A Azaria, por su fan-fic “Turno de Oficio”, que me dio pie para seguir la trama de la prima Mati.   A Mariarm, por enseñarme el valor de las palabras. A Fanálvaro, por TODO. A todas las que habéis contribuido con vuestras vivencias personales, directa o indirectamente, de manera intencionada o no, a ayudarme a plasmar situaciones reales de la época. Ha sido un lujo contar con todas vosotras y vuestras aportaciones.

A los foros de TelenovelasMadeinSpain, foro de TVE,  foro de Luz y Blog de Álvaro Iniesta, por haber servido de soporte virtual para la historia.

A Eva V.V., por animarme a escribir.

Dedicado a la memoria de los que ya no están con nosotros.

María E.P.


*- Cita:  Teresa de Calcuta