RESERVADOS LOS DERECHOS DE AUTOR.

Capítulos anteriores:


Pincha en este enlace para acceder a la.......

Primera página del relato

AVISO- En el archivo de JULIO he puesto un post de CRONOLOGÍA. En él se hace el resumen de personajes y fechas ordenadas, para poder seguir mejor la historia.

Capítulo 43



Capítulo 43.
Aeropuerto de Barajas.  Madrid, 1.967.

“Se alcanza el éxito convirtiendo
cada paso en una meta
y cada meta en un paso”.








-¡Mira papá! ¡Ya aterriza!

El pequeño Jesús, de cinco años, tenía la nariz pegada a la cristalera de la sala, mientras observaba alucinado las maniobras que realizaba el avión para tomar tierra. Toda la familia estaba allí para recibir a Alicia, de vuelta en el vuelo Varsovia-Madrid. Era la segunda vez que todos pisaban un aeropuerto, la primera fue en el vuelo de salida, y a todos les llamaba la atención  aquello, aunque el único que no hacía nada por disimular su entusiasmo tan desorbitado, era el pequeño.

-¡Mira! ¡La puerta del avión se abre!
-¡Mamá! ¡Mira, mamá!  ¡Ahí está!

Los niños divisaron a su madre, que bajaba por la escalerilla del avión buscando entre todas las caras de las vidrieras cual era la de su familia. Álvaro sonrió al verla y aupó a su hijo pequeño, que no llegaba al pretil.

-¡Mamaaaá!

Alicia saludaba con la mano contestando a los aspavientos de sus hijos.

-¡Ay! ¡Mis niños!

Alicia se fundió en un abrazo con sus hijos, después de tantos días sin verlos. Pedro, ya hecho un hombre. Ana, la hija mayor, a sus quince años, con su pañuelo de flores al cuello. Las gemelas, empezando a despuntar con sus once años. Y el pequeño Jesús, todo un hombrecito, de cinco años.

-¡Cómo os he echado de menos! ¡Jesús! ¿Te has portado bien?
-Sí, mamá, la abuela me ha dicho que soy muy bueno.
-Marcela.
-¿Qué tal el viaje, hija?
-Bien. Aunque un poco largo. ¡Mati!

Alicia y su prima se abrazaron. Álvaro esperaba de pie.
-Me dejas para el final.
-¡Tonto!... ¡ven!

Alicia se fundió en un abrazo con su marido, mientras Pedrito, ya todo un licenciado, cogía las maletas.
-¿Y mis niños, cómo están? ¿OS habéis portado bien? Ana…
-Muy bien, mamá. Sólo nos hemos peleado lo justo. Ya nos conoces.

Mati rió.
-Las niñas, la ropa… ya sabes…

-Venga, vamos, estoy deseando llegar a casa y comer una tortilla española, dios mío… cuando os he echado de menos a todos…- Alicia besaba de nuevo a todos sus hijos, mientras Álvaro cogía detrás las maletas. 


Los Iniesta salieron en tropel de la terminal del aeropuerto, en busca del coche familiar que les llevaría de vuelta a casa. En seguida se acomodaron, con las maletas en el maletero, Pedro delante con su hermano pequeño en brazos, y detrás, Doña Marcela, Mati y Alicia en primera fila de asientos, y sentadas encima de ellas, Ana, Mercedes y Carmina. Eran los tiempos en los que en los coches se metían todos los que podían, si no más, y los Iniesta ya se acoplaban todos perfectamente en los desplazamientos cortos perfectamente embuchados en su SEAT 850, mientras que en los largos, solían despachar a los mayores en el autobús de línea, mientras el resto iba en el coche. De hecho, así fueron a Valencia de vacaciones, ese mismo verano, cuando un buen día, Álvaro llegó a casa diciendo:

-No hemos visto nunca el mar, tan sólo en fotos. ¿Os apetece conocerlo?

Y les apeteció. Álvaro gestionó el alquiler de un apartamento que le había recomendado un colega suyo, en el levante español, que ya estaba siendo visitado por todo tipo de gentes, suecos, holandeses, alemanes, en busca de su sol y sus aguas cálidas. Y tras hacer las maletas, pusieron rumbo a Valencia.


-¿Seguro que vais a saber nadar? ¿O se os ha olvidado?- preguntaba burlón Pedro a sus hermanas, antes de que la emprendieran a almohadazos con él, por chinche. Los niños habían aprendido a nadar en las excursiones estivales que hacían a la sierra madrileña, en el río. Aunque claro, el río no era el mar, y Doña Marcela tenía sus reservas.

-Mira que si los niños no saben salir del agua…

-Mamá… no va a pasar nada malo. Y vamos a disfrutar de las vacaciones.

La familia hizo los preparativos, con los niños emocionados ante dicha perspectiva. Pronto prepararon todos sus bañadores, toallas, sombreros, y para Jesús, el pequeño, el rosco inflable.

Los Iniesta se metían todos en el coche, como sardinas en lata, como hacían tantas y tantas familias de la época. Esa vez fueron más anchos: Pedro fue en tren con unos amigos, serían sus últimas vacaciones de soltero. Así que Doña Marcela ocupó el asiento delantero en toda su amplitud, mientras que en la parte de atrás, se metieron exactamente, Alicia con su hijo pequeño, Mati con una de las gemelas encima, y Ana con la otra. Iban en la gloria, con semejante anchura. Todos aguantaron perfectamente las ocho horas de viaje en coche por las carreteras de los años 60, destacando asimismo que sólo hubieron de detenerse en nueve ocasiones,   exactamente para: que los niños hicieran pis, desayunar, que Doña Marcela estirara las piernas, que Jesús se mareaba y vomitase, que los niños hicieran pis de nuevo, comer, volver a hacer pis (aunque el pequeño Jesús tenía caca), merendar, que Álvaro se fumara un cigarrillo, aunque no fumaba desde hacía veinte años y tuvo que pedírselo al empleado de la gasolinera, quien de buena gana se lo dio sin preguntarle nada, al ver toda la tropa,  y por fin, cuando Álvaro se preguntaba quién les había mandado ir allí con lo a gusto que estaban en Madrid  pasando calor, llegaron a Valencia.


La visión del mar hizo que olvidaran el accidentado viaje en apenas diez segundos Como a muchos españoles que por primera vez en su vida veían aquello, la visión de la inmensidad azul del Mediterráneo les dejó boquiabiertos.

-Y yo que pensaba que me moriría sin ver el mar…- Marcela se emocionaba  ante aquella maravilla, en la inmensidad de la playa de la Malvarrosa.



Los niños se quedaron, sencillamente, sin palabras, mientras que el pequeño Jesús, se dedicó a salir corriendo playa adelante, con su rosco para flotar en la mano, dando gritos de alegría. El pequeño disfrutaría en los días posteriores del mar tanto o más que sus hermanos, mientras aprendía a nadar cogido de las manos de su padre, para después dedicarse a jugar con la arena, lo mismo  a hacer castillos, lo mismo a enterrar a su padre en ella, mientras éste se quedaba dormido al sol sin darse cuenta de nada, para después  despertarse extrañado sacudiéndose la arena, mientras oía las carcajadas de toda la familia.


En Valencia, los Iniesta disfrutaron del verano, el mar y la playa. Apartaron por un tiempo las leyes, legajos y pleitos varios, para dedicarse a tomar el sol como veían hacer allí a los numerosos  turistas. Alicia olvidó todos sus asuntos del bufete que le traían de cabeza últimamente. El verano del 67 en Valencia, fue inolvidable para todos, por muchos motivos que todos recordarían. En la habitación de su apartamento alquilado, Alicia y Álvaro concibieron a su quinto hijo, casi sin darse cuenta, una de tantas noches que se dejaron arrastrar por la pasión mientras la luna de Valencia entraba por la ventana y los sorprendía abrazados. La brisa del mar Mediterráneo afectó positivamente a todos, quienes se relajaron, se broncearon, y dejaron las preocupaciones olvidadas en Madrid para disfrutar ampliamente de unas magníficas vacaciones.

Ahora, dos meses después, metidos en el coche, algo más apretados, los Iniesta abandonaron el aeropuerto mientras Alicia no paraba de contestar a las preguntas de todos sus hijos, en especial los pequeños, que veían como algo increíble que su madre se montara en uno de aquellos cacharros que volaban, y ahora acababa de bajar de uno de ellos. La misma Alicia aguantó la respiración en su primer viaje en avión, cuando el aparato empezó a rodar por la pista para despegar rumbo a Polonia. Alicia cerró los ojos y sintió que el estómago se le subía a la garganta cuando el aparato despegaba, al igual que ahora, cuando aterrizó. Las preguntas de sus hijos y el fresco del aire madrileño la hicieron recuperar el color de la cara. Aún no sabía que estaba embarazada, y achacó su malestar a las turbulencias del aterrizaje.

 ************************

-¿Cómo ha ido todo?- le preguntaría Álvaro con más tranquilidad, ya en la casa, con los niños acostados.

Alicia había estado dos semanas en Varsovia, participando en el Congreso de la FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE MUJERES DE CARRERAS JURÍDICAS, a la que pertenecía desde hacía varios años, desde que se dio de alta en el Colegio de Abogados de Madrid. Esta red europea de mujeres juristas organizaba regularmente encuentros donde mujeres juristas de distintos puntos de Europa informaban y debatían, aportaban ideas, y debatían los temas que había propuesto el país organizador, continuando así el germen del feminismo iniciado varias décadas antes.

-Ha sido fenomenal, Álvaro. Había mujeres de todos los países, de Francia, de Inglaterra, de Italia, de Alemania… polacas, por supuesto… ¡hasta de Estados Unidos!... las ponencias han sido interesantísimas. 

Además de tomar notas, ha servido para intercambiar experiencias, debatir diversas cuestiones, puntos de vista distintos según la legislación de cada país…

Alicia estaba entusiasmada. 

 -Además, me han hecho una propuesta.

-¿Cuál?

-Organizar el próximo Congreso aquí, en España. En Madrid. ¿Te imaginas lo que puede ser eso?

Álvaro sonreía al ver el entusiasmo en la cara de su mujer.

-Lo primero que voy a hacer mañana es llamar a Eduardo- comentó Alicia. Su cabeza ya estaba dando vueltas sobre el tema-. Sí, ya sé que quedan dos años, pero estas cosas hay que empezar a organizarlas con tiempo. Además, he quedado en darles una contestación.

-¿Una contestación?

-Sí,  por supuesto. Yo no he dado un sí definitivo. Lo voy a proponer al Colegio, pero con una serie de condiciones.

-¿…?

-Por supuesto, la primera de ellas es que me garanticen la asistencia de abogadas de todos los países, incluidos los comunistas. Si no es así, no me comprometo a nada. No tendría sentido organizar un encuentro de mujeres juristas si se veta la asistencia a las compañeras de los países del Este. Deben de estar representadas todas.

Y lo iban a estar. En los días siguientes Alicia habló con su antiguo jefe del bufete donde empezó a trabajar de pasante, Eduardo, el mismo abogado que sacó a su marido de la cárcel hacía ya más de diez años. Eduardo ahora se había convertido en el Ilustrísimo Decano del Colegio de Abogados de Madrid.
No hubo ningún problema. Eduardo no solo le garantizó la asistencia, sino que se ofreció a gestionar personalmente la entrada de las Repúblicas Socialistas, les cedió el Salón de Actos del Colegio, y adelantó la cantidad de 10.000 pesetas para la traducción simultánea. El Congreso de Mujeres de Carreras Jurídicas estaba en marcha.


-Además, tengo claro cuál va ser el tema central del Congreso.

-¿Y cuál va a ser?

Alicia respondió sin dudar.

-La mujer.

Fin del capítulo.
Continuará…

Nota: parte del argumento de éste capítulo está basado en hechos reales.






9 comentarios:

Maria dijo...

Aquí teneis el nuevo capítulo, con puntualidad británica.
Disfrutad.
Dedicado a Puri.

purivilla dijo...

Moltes gracies María, estupendo el capítulo como siempre.
Bien podían leer tu relato los indocumentados de los guionistas que tenemos ahora en Amar, en vez de hacer el estropicio que están haciendo con la serie, lo mismo les salía algo decente.

Sacha dijo...

María !!ME ENCANTA!! Cómo siempre no me has decepcionado,,, ya era hora que apareciera Iniesta.. Joer la aparición ha sido estupenda, le sacas y ZAS,,quinto embarazo.. teniendo en cuenta la época muy normal..

BIEN DOCUMENTADO, BIEN ARGUMENTADO..

clavemas dijo...

Estupendo María! me ha gustado mucho saber que además de la gran y triste tragedia que era el País en aquellos años, los Iniesta-Peña, como otros tantos también tenían vida propia y se iban de vacaciones de tanto en tanto.

Los guionistas de la serie que he oído decir muchas veces "que nos leen", les invitaría formalmente a que tomen debida nota y ejemplo con lo que tu escribes por coherencia, imaginación, sentido común, etc, etc. Y SERÍA GRATIS!!

Gracias por dedicarnos parte de tu valioso tiempo.

Maria dijo...

Gracias.
REcuerdo un capítulo de la serie "CUÉNTAME", en el que iban por primra vez a la playa todos, metidos a presión en el coche, y quise poner a los Iniesta ahí.

Era la época del turismo. En esa situación estuvieron mcuhas familias por aquel entonces, sus primeras vacaciones en el mar.

España va cambiando. Alicia está metida de lleno en sus asuntos legales sobre Derecho y mujeres.

Anónimo dijo...

Hermana muy bonito el tema Comgreso sobre la mujer.Pero con el profe nos has dejado,como bien dices,a la luna de Valencia.....,,

Un Grupo de Alvaristas dijo...

María,

Gracias por la dedicación de tu tiempo; nos ha encantado este nuevo relato, lleno de novedades y muy bien descrito.

En el capítulo 41 nos dices "os animo a que sigáis, ya queda poco para el final...", puedes tener la seguridad, que si Dios quiere, lo seguiremos fielmente, pero también es verdad, que nos da pena que se termine, no pensábamos que quedaban tan pocos capítulos, creíamos que faltaban muchas cosas por contar.

Dejaremos a un lado la nostalgía y disfrutaremos de cada momento de esta historia.

Desearíamos saber más cosas del "Profe", y verle dentro de la Universidad en el lugar que le corresponde, compartiendo responsabilidades con Alicia, cada uno en su cometido.

Puestos a desear, pues ver disfrutar a la pareja de su amor y que todo les vaya bien.

No siempre tenemos la posibilidad de podernos dirigir a la autora.

Como siempre la decisión es tuya. Esperamos con interés la continuación.

Recibe un fuerte abrazo
Un Grupo de Alvaristas

Anónimo dijo...

Thanks deѕigned for ѕhаring such а good thinking, piеce of ωriting
iѕ good, thаts why і haνe гead
it fully
Here is my web page - abogadoenitalia.com

Maria dijo...

Thanks for your opinion.