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Primera página del relato

AVISO- En el archivo de JULIO he puesto un post de CRONOLOGÍA. En él se hace el resumen de personajes y fechas ordenadas, para poder seguir mejor la historia.

Capítulo 42





Capítulo 42.
Madrid, Mayo de 1.989.


“El reto de una generación
 es contradecir a la de sus padres”.

Rocío empuñaba la aguja de coser con dudosa destreza, intentando reparar el desaguisado que ella misma había provocado al querer destripar al oso de peluche. La niña imaginó que los folios que su abuelo guardó en un peluche aquella noche de Febrero del  56 en la que la familia tuvo que huir a Ávila, estaban ahí, tal y como su abuela Alicia le había relatado. Pero no, el osito “Pepe” sólo guardaba en su barriga la borra polvorienta de muchos años.
                                                   


-Desde luego, con la de cosas que tengo que hacer, vaya trabajo que me das…- murmuraba hablando sola. Ya tenía la tripa del oso casi cosida.

-Tanto coser y descoser, para nada. En fin, ¡hala, oso, ya estás presentable de nuevo!
Rocío cortaba el hilo y levantaba al osito, que parecía  sonreir  después de haber sido recompuesto a  la normalidad. Si los peluches pensaran, éste estaría contento de haberse librado del cubo de la basura.

-Le preguntaré a la abuela qué pasó con las hojas que faltan del libraco ese… el que me encontré en el armario. ¿Dónde está? Se lo di al tío Pedro y se lo quedó él… se lo pediré. No me lo ha devuelto, y lo estaba leyendo yo. Lo mismo se cree que no me entero de lo que pone, habrase visto…

Rocío pensaba en voz alta mientras guardaba el costurero y recogía sus cosas. Colocó al oso en su cama.
-Bueno, vámonos a ver qué hace   la abuela.

Rocío se dirigió al dormitorio de su abuela. Alicia estaba sentada en la butaca, dormitando, tal vez pensando,  ensimismada.

-…abuela… -susurró la niña con cuidado, por si estaba dormida.
-Pasa, estoy despierta. Ven, ponte aquí que te vea.
Rocío entró. Veía a su abuela bien, como si nada le ocurriera. Seguramente se restablecería y pronto estaría de pie con ellos, paseando por el Retiro.
-Rocío…
-Dime, abuela.

-¿Habéis cambiado hoy al canario?

Rocío asintió con la cabeza. Ella se estaba ocupando del animal desde hacía varios días, tomando el relevo de su abuela, cuando se puso enferma. Era el canario de Álvaro, y desde su muerte el animal parecía que aún esperaba que apareciese su antiguo cuidador a ponerle su bizcocho, como Álvaro hizo todas las tardes hasta el día que murió.
-Sí, abuela. Lo he limpiado, le he puesto el agua limpia para que se bañe, y le he puesto una hojita de lechuga y un trozo de manzana.



Alicia sonrió.
-¿Y bizcocho? ¿Le has puesto bizcocho?

-Aha. Y se ha tirado en plancha a comérselo. Es un glotón. Come más que yo.

Alicia rió. 

-Jajaja…., es que se acuerda  de cuando el abuelo se lo ponía, ya lo sabes, el animal lo echa de menos.

Abuela y nieta se quedaron en silencio. El animal no era el único que se acordaba de Álvaro.
-Yo también….

A Rocío se le humedecieron los ojos.
-Yo también echo de menos al abuelo.

Tras unos segundos, ambas se miraron.
-No estés triste, Rocío. El abuelo esta my feliz donde está.

Rocío se enjugó disimuladamente una lágrima, al acordarse de su abuelo. Ya iba a hacer un año, desde entonces.
-Anda, mi niña, cuéntame qué vas a hacer hoy- Alicia cambió de tema dando un beso en la mejilla de su nieta.

-Nada importante, abuela. Ya he terminado de estudiar. Ahora he quedado con Tere.
-¿Tu amiga?
-Sí. Nos vamos juntas a la agencia.
-¿A la agencia?
-La agencia de modelos. Han aceptado las fotos que les mandé y me quieren hacer un reportaje.
-¿Un qué?....

Y es que desde hacía una semana y dos días, Rocío estaba empeñada en ser modelo. 

-Voy esta tarde, abuela. Me han dicho que vaya con ropa de todo tipo, vaqueros, y bañador. Me tienen que hacer fotos en todas las posiciones. No, bañador no. Con biquini.

Alicia hizo como que no se asustaba, para no perder la confianza que de forma totalmente inocente, Rocío le estaba contando todo aquello. Después de lidiar con gente de todo tipo, le aterraba ver el mundo donde se iba a meter su nieta con toda su candidez.
-Y dime …¿con quién vas?

-Iba a venir conmigo Teresa, mi amiga, pero su madre no la ha dejado. Pero no pasa nada, abuela, sé donde es,  conozco el camino.
-¿Y qué dice tu madre, Rocío?

La niña tragó saliva. Ahí estaba el último escollo a salvar.
-Mmmm… se lo tengo que decir.
-¿Cómo? ¿Aún no se lo has dicho?
-Bueno, abuela, es que no la he visto todavía. Hoy tenía guardia en el hospital.

Alicia aparentó no alarmarse. Si preguntaba, aumentaría la desconfianza de la niña y se cerraría en banda.
-Oye, Rocío…
-dime, abuela…
-Te voy a hacer una pregunta muy personal, y quiero que me contestes con sinceridad.

Rocío contuvo la respiración. Intuía tema delicado, o lo que es lo mismo, sermón familiar.

-Esa agencia… ¿quién la lleva? ¿Dónde está?
-Me han dicho que es en un piso, abuela.
-¿Tiene teléfono?
-Si, pero no viene en la guía. Lo tengo yo..no se lo dan a todo el mundo, no te creas….
-¡¡AH!!
-Y dime…

El sonido de la cerradura de la puerta les cortó la conversación. Ana entraba en casa, después de venir del hospital, tras su jornada laboral correspondiente, y lo primero que hizo al entrar fue comprobar cómo estaba su madre.
-Hola mamá. ¿estás mejor?
Rocío se escurría por la puerta, para evitar a su madre.
-Rocío, ¿te vas?- le preguntó- ¿has terminado tus estudios?
-Sí, mamá.  He quedado con Teresa- Rocío se cuidó de que su abuela no la oyera. Dentro del dormitorio, Alicia hizo una seña a su  hija Ana para que no la dejara ir.

-¿Dónde vas?- insistió Ana.
-¡Ay, mamá!… Te he dicho que con Teresa.
-No te he preguntado con quien, sino donde.
-¡Pfffff…..!  que no me dejáis ni respirar.
-Rocío, como te pongas así, mal empezamos.
-¡¡Oju!!… que no voy a hacer nada malo, sólo voy a la agencia.
-¿A la agencia?
-La agencia de modelos, mamá, ya te lo dije el otro día.
-¿Cúando me has dicho qué? ¿Qué agencia? Primera noticia que tengo.
-Ay, mamá… la agencia de la que te hablé hace unos días. Les mandé mis fotos, y ahora me han dicho que vaya con ellos.

-¡AH! ¿Y a qué se supone que te vas a ir a esa agencia de modelos?
-Pues a trabajar, mamá, de modelo. ¿A qué va a ser si no?

Ana lidiaba con la simpleza de las réplicas adolescentes de Rocío.
-A ver… ven aquí… siéntate aquí y explícame eso más despacio…
Rocío vio que no se podía escapar tan fácilmente, y optó por mostrarse más dócil.

-EL señor que vino a vernos al instituto, mamá, no es nada malo. Van a hacernos fotos.
-¿A quién?
-Pues a mí.
-¿A ti sola? ¿No era también a Teresa?
-Bueno…no… es que… 
-Si quieres llamo a su madre y se lo pregunto.

Rocío torció el gesto. Como su madre hiciera eso y descubriera el percal, se podía liar parda.
-No, mamá, no hace falta. Teresa iba a venir, pero al final no ha podido, tiene que estudiar. Pero voy yo sola, no pasa nada.
-¡AH! ¿Que te vas tú sola a qué?
-¡Ay, mamá…! que ya te lo he dicho…

Sentada en su dormitorio, Alicia asistía al cuarto grado entre su hija y su nieta, mientras pensaba que Rocío tenía poco futuro delante de un abogado vehemente, y que Ana podía haber sido una buena abogada.

-Pues a trabajar de modelo, a qué va a ser.
-¿Ah, sí? ¿Con el permiso de quien? Para trabajar necesitas el permiso de tus padres. Te recuerdo que eres menos de edad.
-No, mamá, que ya tengo dieciséis años, puedo trabajar perfectamente.
-¡Anda!  ¡Mira que bien se lo sabe!… Y la lección de mañana, ¿te la sabes igual?
-Que sí, mamaaaá….. que llevo toda la tarde estudiando…. Pffffff
Cuando la adolescente se quedaba sin argumentos, le daba por resoplar.
-Bien. Pues coge tus cosas y nos vamos.

-¿Cómo?
-Que nos vamos.
-¿Cómo que nos vamos?
-Que me voy contigo, A ver si te crees que te vas a ir sola a un sitio que ni siquiera conoces,  a hacerte fotos delante del primer desconocido que te dice ojos verdes tienes.
-¡Ay, mamá!… ¡que no!…. ¿Cómo voy a aparecer por allí contigo al lado?

LA puerta crujió. En el momento más interesante de la discusión madre-hija, Pedro entró por la puerta, con su juego de llaves
-O voy yo contigo, o no vas de ninguna manera, elije.

Ana le daba un ultimátum a su hija. Rocío lloriqueaba.
-Pero mamá….no me puedes hacer esto.. ¡Voy a parecer la Pantoja con su madre!
Pedro entraba mirando el duelo de titanes generacional, mientras daba un beso a Alicia, la cual le hizo una seña.
-Vamos las dos, ahora mismo, que  todavía no me he quitado los zapatos.
-¡Ay, mamá, que no….!
-Déjala- interrumpió Pedro.
-¿Cómo?
-¿Lo ves, mamá? Vas a hacer el ridículo si vienes conmigo.
-Pedro, haz el favor, no te metas.
-No, no. Lo digo en serio. Ponte las zapatillas, Ana, te quedas en casa.

Rocío hizo una mueca de satisfacción. Se iba a salir con la suya gracias al tío Pedro.
-Voy a ser yo el que la acompañe.





La mueca de satisfacción de Rocío se tornó en fastidio.
-¡¡JJJooooo!!!!    ¡¡¡Me tratáis como una niña!!!
-Es que aún eres una niña- apostilló su madre.
-¡No hay derecho! ¡Con el tío al lado, no me va a  contratar nadie!
-Ah, pues menuda agencia, que se fija en el talento- apostilló Pedro.

Alicia hacía un gesto de alivio, una pequeña mueca de triunfo, apenas perceptible.
-Elige. O vas con tu tío o te quedas en casa y te olvidas de eso de los modelos para lo que te queda de vida. Tú misma.
-¡¡¡¡Ojuuuu!!!!   ¡¡¡¡Valeeeee!!!!
Rocío cogió sus cosas con un mohín de fastidio, para salir por la puerta delante de su tío sin decir ni adiós. Pedro fue tras ella cerrando la puerta de la calle, no sin antes echar una mirada cómplice a su hermana.

Ana se volvió hacia donde estaba su madre.
-Habéis hecho bien en no dejarla ir sola. No me ha hecho ni pizca de gracia el sitio ese. Puede que sea serio, o puede que sea algún espabilado de esos que tú ya sabes- dijo Alicia desde la butaca.

-Lo sé, mamá. A mí tampoco me ha gustado nada. Y ahora nos hemos enterado, pero temo que en otra ocasión me oculte las cosas y no nos demos cuenta hasta que sea demasiado tarde. Y Rocío todavía es una niña, aunque ella diga que no.

Alicia sonrió.
-A mí me estaba contando más cosas. Aún es muy inocente para mentirle a su abuela.
-A ver si se le pasa pronto esta locura que ha cogido, con lo de la agencia de modelos.
-Eso espero. Aunque no sé de qué te extraña. A alguien le tiene que salir.

-¡Mamá!

-¿Y aún me lo preguntas? ¿Has olvidado como eras tú a su edad?
-Mamá, no tiene nada que ver. Yo no quería ser modelo.

-¡Uy, si…! Tú ibas a ser médico. Toda la vida soñando con ser médico y luego decidiste que   ibas a cambiar el mundo vestida con collares de margaritas. Claro que también hay que comer, pagar recibos, en fin…. todas esas menudencias. Pero eso no  suponía un problema para ti. Si mal no recuerdo, ibas a vender pulseritas de cuero en un mercadillo callejero. 

-¡Mamá…!  No me vengas ahora con eso. No tiene nada que ver. Yo  tenía  claro que iba a ser médico. Pero Rocío hará COU el año que viene y aún tiene la cabeza llena de pájaros. Sólo faltaba esto. Me pregunto quién le habrá metido estas cosas en la cabeza, ahora que está a punto de terminar el curso.

-Ay, hija… si viviera tu abuela Marcela, te diría lo mismo que te estoy diciendo yo ahora.  Tu niña quiere empezar a volar, y a ti se te hace cuesta arriba. Los padres os creéis que los pollitos van a estar siempre debajo de vuestras alas, pero no, hay que empezar a soltar la cuerda, porque un buen día el pollito ya tiene todas las plumas y está cacareando. Eso mismo me dijo tu abuela, que en paz descanse, cuando tú tenías su edad. O eras un poco más grande, qué más da eso...

-No, mamá, no tiene nada que ver, no me confundas. Nadie en su sano juicio va a dejar que su hija se vaya a un sitio desconocido para que le hagan fotos en bikini unos extraños. Y Rocío debe hacer lo que  le conviene: hincarse de codos y sacar su curso. Ya tendrá tiempo para tonterías cuando sea mayor de edad y se independice. Mientras esté bajo este techo hará lo que sus padres digan.

-Ay, mi niña… ¿ha olvidado lo que tú me dijiste, hace exactamente ahora diecisiete años?

Ana se detuvo. Como para no olvidarlo, el día que llegó a la casa anunciando que estaba embarazada, que se iba con su novio a ganarse la vida haciendo artesanía, y que su carrera de Medicina quedaba en suspenso. En el fondo, Alicia tenía razón. El deber de los hijos es rebelarse contra sus padres, ya fuera en los años 70 o en los 90. Con dictadura o en democracia. Llega un momento en que el vástago se planta y dice me voy. Y la rama madre no tiene más remedio que desprenderse dolorosamente de su brote, para dejarlo crecer libre, lejos de ella, y echar sus propias raíces. Era   ley de  vida. Inexorable.

-¿Tú sabes el disgusto que le diste a tu padre? Esa noche ni durmió. Al día siguiente no logró dar pie con bola en la facultad. Por no hablar de mí, claro, eso mejor me lo reservo. Con todo el trabajo que tenía encima, en el despacho, en plena comisión para la revisión de las leyes, y mi hija mayor me viene con semejantes cosas. Me dieron ganas de atarte a la pata de la cama y dejarte encerrada en casa. Si ríete ahora, pero lo hubiera hecho sin dudarlo.

Ana sonrió pensativa. Claro que se acordaba.
-Bueno, mamá, pero al final no hice ninguna locura. 

-Claro, porque entraste en razón y nos hiciste caso. Pero nuestro trabajo nos costó. Aunque si le llamas no hacer ninguna locura a dejar en el aire una prometedora carrera de médico, para irte embarazada de una niña, al piso de mala muerte donde os queríais ir, lejos de la familia, tú me dirás.

Ana recordó, con una sonrisa.

-Lo sé mamá. NO sé cómo me dio por ahí, la verdad. Supongo que era el ambiente, la moda… Todo el mundo hacía eso, en plan hippy, que ilusos éramos, queríamos cambiar el mundo con collares de margaritas puestos…

-Lo mismo que quiere hacer ahora tu hija, no lo olvides. Y una cosa te digo: no le cortes la ilusión de cambiar el mundo, porque no la va a volver a tener.

Ana se quedó pensativa, mientras su madre se dirigía hacia la cama.

-Déjala, déjala que vuele. Ella misma es quien debe de aprender a aterrizar, ya es grande. Eso sí, tú a su lado, ojo avizor, que no se te haga la niña vendedora ambulante de pulseras de cuero en cuanto te descuides…

-¡¡Mamá!!....  ¡desde luego!…

El canario las miraba a ambas, con la boca llena de bizcocho. Ana se metía dentro de la cocina, en el otro extremo del salón. Alicia se metió en la cama en su dormitorio, mientras hablaba en voz baja.

-¿Lo ves? El mundo da siempre las mismas vueltas. Parece que fue ayer, y fue hace diecisiete años, cuando estábamos con una discusión parecida con tu hija…

-Mamá… ¿me estás diciendo algo? preguntó Ana desde el salón al oir a su madre.

-Nada, hija… cosas mías…. Voy a descansar un rato.


Ana sacudió la cabeza, extrañada. Allí no había nadie más. Estaban solas. Tan sólo el canario se quedaba mirando al sillón grande, como hacía todas las tardes desde hacía un año.








Fin del Capítulo.
Continuará…


Fotos:

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http://www.mueblesmiralles.com/files/2083 
Capturas personales- Sacha.

13 comentarios:

Maria dijo...

Ya teneis al capi 42, esta vez en los 80.

GRUPO de ALVARISTAS: gracias por vuestra contestación. Os he respondido en el post del CAPITULO 41 ;).

Maria dijo...

PS- quiero poner un post resumen, para seguir la historia sin liarse mucho, ya os avisaré (un GPS para torpes, y no miro a nadie jjjj).

Perdonad el lío de entradas que hay, pero BLOGGER no me deja hacer otra cosa, eso unido a mi inexperiencia informática. Os pongo el enlace directo del capi en la portada del BLOG.

Sacha dijo...

María, estupendo capitulo, no encuentro adjetivos para calificarlo..

Me está gustando mucho el personaje de Rocío, la veo rebelde y muy atrevida.

Otro personaje que me gusta mucho es PEDRO INIESTA, por como lo describes de generoso y responsable, claro que teniendo esa genética paterna no podía ser de otra manera..

clavemas dijo...

María, muy bueno! lo he disfrutado mucho.
Me he alegrado tanto de volver a saber de Pedrito, otro de los personajes más entrañables de la serie, ¡¡Cómo se parece a su padre!!!

Este capítulo lo siento muy de dentro de la familia, de esos que me llegan y destaco tu sensibilidad para narrarlo! Gracias María por tu tiempo y tu sensibilidad !!!!

Maria dijo...

Gracias. Sólo os diré que no perdais de vista al canario.

Ya he puesto una entrada de BLOG con la CRONOLOGÍA del relato.

LA TONTA DEL BOTE dijo...

PS- quiero poner un post resumen, para seguir la historia sin liarse mucho, ya os avisaré (un GPS para torpes, y no miro a nadie jjjj).
SERÁS REDICHA!!!!!!!!!!!!!!!

Cría cuervos, y te.... dijo...

a ver, hermana, un poco de porfavor, que este no es el lugar adecuado jjj.
Atiende a lo que tienes que atender.

rmveguillas dijo...

"Llega un momento en que el vástago se planta y dice me voy. Y la rama madre no tiene más remedio que desprenderse dolorosamente de su brote, para dejarlo crecer libre, lejos de ella, y echar sus propias raíces"" me gusta la reflexión y me pregunto que diría Rocío si se enterase de lo de su madre...Muy acertado el comentario que le hace Alicia al sillón que contempla el canario. Me gustó el capi.

purivilla dijo...

Yo también resaltaría este párrafo, el conflicto generacional es inevitable, lo sufrió la abuela, la hija y la nieta, como la vida misma, vamos.
Gracias María por continuar con esta hermosa historia.

Anónimo dijo...

¡MUY BIEN HERMANA! EL CAPI ME HA GUSTADO MUCHO LE VAS IMPRIMIENDO A LA HISTORIA UN RITMO Y UNA ALEGRIA A LA QUE NO NOS TENÍAS ACOSTUMBRADAS POR ESO ME HA DEJADO MUY BUEN SABOR DE BOCA ¡SIGUE,SIGUE!.... ABRACÍN

Isabel dijo...

MARIA magnífico el capi como siempre, aunque debería decir aún mejor que el anterior, me encanta como relatos los conflictos generacionales tan ciertos como en la vida real. El personaje de Rocío me parece extraordinario y la forma en que reacciona Pedro igual que haría su padre. Genial.

Un Grupo de Alvaristas dijo...

María,

Muchas gracias por tus palabras y por este capítulo, como siempre muy bien escrito y muy bien tratado, lleno de sorpresas, donde pones de manifiesto la rebeldía generacional, aunque con todo nuestro respeto y según nuestra humilde opinión, no siempre es así, depende también de la relación familiar (padres e hijos); del diálogo, confianza y respeto, siendo responsabilidad de los padres la formación y educación de los hijos; aunque ésto no suponga una garantía total, pero influye muchísimo.

Aunque ficción, recordemos la relación entre Dª Marcela y Alvaro, ya viudo, el respeto de Alvaro y lo pendiente que estaba ella de su hijo, que con solo mirarle sabía que había vuelto a sonreir. Si lo comparamos con la educación de Ana, que viviendo en la misma casa, sus padres no sabían de su situación personal, hasta que ella les informó "que se iba con su novio a ganarse la vida", nos preguntamos ¿dónde estaban sus padres? o ¿el problema es solo generacional?.

Y la historía se repite con Rocío,
la prohiben ir a la Agencia, pero nadíe la asesora, la informan. La abuela tiene miedo perder su confianza y la sigue la corriente y la madre, que no parece disponer de mucho tiempo, no habla con su hija, no solo de este tema, sino orientándola o interesándose por sus problemas o sus deseos, si necesita ayuda o poniendo su experiendia a su disposición, para que en un futuro sea Rocio la que decida, pero con unos criterios personales, basados en hechos reales, no en "mil pájaros que van y vienen sin saber que rumbo tomar".

Confiamos en la buena disposición de su tío Pedro, que sea el que asesore y oriente a Rocío.

Este es un tema interesante, que según nuestro punto de vista, ahora suele tratarse como un mal entendimiento generacional, pero también está en juego la entrega y disponibilidad de los padres.

Muchas gracias de nuevo y esperamos con interés el desenlace final.

Recibe un fuerte abrazo

Un Grupo de Alvaristas

Maria dijo...

GRacias por vuestros comentarios.

Sobre Ana y Rocío, ya sabremos de ellas en los próximos capis.